De Bibiana Collado
“nuestra lengua es el lugar
donde acontecen los padres”.
Con estos versos de la autora ya estamos hablando del libro, “Yeguas Exhaustas”.
Si elegir es siempre dejar algo al margen, pocas cosas de las que quisiera hablar han quedado fuera del discurso con esta elección mía.
Con este libro, que es experiencia colectiva, que es un artefacto político de denuncia, pero que también es la historia minúscula de cada una de nosotras, hemos hablado de la herida y de la herencia. De las marcas que dejan en nuestros cuerpos de mujeres los lugares que nos miran mientras crecemos.
Y hemos hablado de clase, de como la clase social es dinero, pero no solo, porque también es una vasta memoria de experiencias y vidas inalcanzables. Y de como es de imposible atravesar sin lastimarnos esa herida, y esa herencia y esa clase, aunque trabajemos mucho, lo trabajemos todo, hasta caer exhaustas.
También hemos hablado de como esa herida, y esa herencia y esa clase, en las mujeres, se marcan más. Hemos hablado de feminismo y desde el feminismo, desentrañando las violencias de distintas intensidades que nos atraviesan y nos desvelan, de las que vemos pasar y de las que se quedan para siempre.
Y todo esto lo cuenta Triz, la protagonista, desde la rabia y desde el trauma también, pero nunca desde el reproche. Con un lenguaje pulido y conmovedor nos deja a las hijas de las obreras una lección de supervivencia inolvidable, y las que no lo son un auténtico manual de antropología y respeto a una Cultura que sostiene la vida de todas.
Mónica González Otero