En el día de hoy hemos tenido conocimiento a través de los medios de comunicación de la oportunidad histórica de que una mujer sea nombrada por primera vez Presidenta del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder
Judicial.
Nombrar a una Presidenta simboliza un avance en la lucha por la igualdad real y además envía un poderoso mensaje a las futuras generaciones de que el liderazgo femenino no solo es posible, sino que es esencial para construir una sociedad más justa y equitativa.
Los cambios necesarios para lograr una sociedad igualitaria se aceleran cuando las mujeres se incorporan en todos los ámbitos sociales, políticos, culturales o judiciales de forma equilibrada y justa y especialmente en las altas jerarquías de la judicatura desde donde se toman las decisiones de mayor trascendencia para la ciudadanía.
La inclusión de mujeres en posiciones de poder y decisión conduce a una gobernanza más equilibrada y efectiva. Las mujeres aportan miradas y perspectivas diversas y valiosas que enriquecen el proceso de toma de decisiones.
El techo de cristal sigue siendo una barrera persistente para las mujeres en diversos sectores, incluyendo el Poder Judicial, y se pone de manifiesto con mayor virulencia en las cúpulas de todos los poderes desde donde se toman las decisiones que mueven el mundo. Es el momento de romper con las barreras históricas y estructurales y aprovechar la oportunidad de que una mujer lidere el máximo órgano de gobierno de la justicia española.
Hoy, como sociedad, nos encontramos ante una oportunidad sin precedentes para avanzar en la representación femenina en los más altos cargos de liderazgo e integrar el talento femenino en la toma de decisiones de la judicatura.
Sin duda, nombrar a una Presidenta es un paso crucial hacia un mundo más justo, equitativo y representativo. ¡Aprovechemos esta oportunidad!
En Madrid, a 30 de julio de 2024.